viernes, 11 de febrero de 2011

El enviado de Bongo



Un poco de spam: además de este blog, participo en un blog colectivo de micro-crítica cultural. Aunque no pasa por sus mejores momentos, hace ya un par de años que un grupo de gente unió fuerzas para reseñar todo aquello que veíamos, leíamos y escuchábamos. Personalmente, me limito a hacer reseñas breves de los libritos de bolsillo que voy leyendo.

Los bolsilibros, novelitas "de a duro", pulp español de los años 60 a 80, son una obsesión, una de las cosas que más me gusta. Recorrer las calles en busca de almonedas, librerías de viejo, puestos itinerantes, pequeñas librerías de segunda mano, quioscos de barrio en los que todavía, en pleno siglo XXI, los ancianos y los jubilados mentales seguimos yendo a cambiar la novelita semanal. Soy un rendido admirador de esos escritores españoles que, escondidos tras numerosos seudónimos, llegaban a escribir 5 novelas mensuales, durante toda su vida, que eran devoradas por millones de personas. La verdadera cultura popular, aquellos tiempos lejanos en los que las clases bajas se leían por lo menos tres novelitas cada semana de Marcial Lafuente Estefanía, Silver Kane, Corín Tellado, Clark Carrados o Curtis Garland. Verdaderos funcionarios de la letra, mercenarios todoterreno de la literatura, que en un fin de seman podían liquidarse tranquilamente una trepidante historia de indios y vaqueros, cien páginas de ciencia-ficción futurista y una novelita de amor para amas de casa ociosas, y cuyo talento nunca ha sido suficientemente reconocido. Incluso, en muchos casos, el paso del tiempo les ha borrado por completo del recuerdo, en favor de sus sucesores modernos, esos odiosos escritores (o firmantes con un ejército de "negros" a su cargo) que publican una horrible novela de 500 páginas cada tres años, de calidad infinitamente inferior a los autores de novela de pulpa de nuestro pasado reciente, y que sin embargo viven como pachás. Probablemente nunca se termine de hacer justicia a este grupo de diletantes, pero somos muchos, cada vez más, los que, en la sombra, nos peleamos por los libritos de bolsillo más ajados y olvidados que se pueden encontrar en una chamarilería de provincias, y nos importan un pimiento los millones que venda Dan Brown.

Hace poco me encontré con esta novelita sobre una invasión silenciosa de la Tierra organizada por unos extraterrestres cambiantes, originarios del Planeta Bongo, y me venía de perlas para hacer aquí un poco de publicidad de ese otro sitio desde el que lleno el ciberespacio de tonterías.

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